INFLUENCIA DE LA ESCLAVITUD AFRICANA EN LAS ISLAS DEL CARIBE

Por Sunia Santisteban

La esclavitud ha marcado cientos de años de la historia contemporánea y también la vida de un conjunto de pequeñas islas ubicadas en el hemisferio occidental, en el Caribe, nombre del mar que baña sus costas.
Cuba, Jamaica, Santo Domingo, Puerto Rico, las Bahamas, Islas Vírgenes, Anguilas, Turcas y Caicos, Gran Caimán, Dominica, Martinica, entre otras muchas, tienen una historia común.
De acuerdo con un "Atlas Regional del Caribe", realizado por el Departamento de Geografía Económica de la Academia de Ciencias de Cuba, el área total de la región caribeña es de 5 millones 243 mil 995 kilómetros cuadrados.
Según historiadores, de 10 a 20 millones de personas fueron afectadas por la trata negrera que se desarrolló entre los siglos XV y XIX (1450 a 1850) desde África hasta las colonias ubicadas en América del Norte, Sudamérica y el Caribe.
Se estima -dicen estudios- que un alto por ciento de hombres, mujeres y niños murieron antes de llegar a sus destinos en las Américas, víctimas de maltrato de los traficantes de seres humanos. Los africanos -sacados de sus tierras mediante el uso de artimañas y malos tratos- viajaban hacinados y malnutridos. Los enfermos eran lanzados al mar, eran "mercancía en mal estado".
El 90 por ciento de los sobrevivientes fueron destinados a las colonias europeas del Caribe y Brasil en función de seis producciones fundamentales: azúcar, café, tabaco, algodón, arroz y minería.
La población negra es mayoritaria en muchas islas del Caribe, consecuencia de la desmesurada trata de personas. Con su llegada nació la sociedad 'criolla' asentada sobre el cultivo de grandes plantaciones y el trabajo de los africanos y sus descendientes.
Muchas de las costumbres africanas se preservaron y se mezclaron con las de los pobladores originarios de la islas: Taínos, Guanahatabeyes y Caribes,
diezmados por las guerras, las enfermedades y el exceso de trabajo. Los recién llegados convivieron con la población aborigen a cuya sociedad se integraron parcialmente.
Lo africano se extendió a la música, la religión, las danzas, lo culinario las artes plásticas y la vida familiar, lo cual marcó para siempre la identidad latinoamericana y caribeña.
El Caribe es un mundo lleno de vida, sabiduría y optimismo. Un calidoscopio de culturas y civilizaciones porque cada isla posee identidad y personalidad propia que hace de los caribeños gente amable, espontánea y hospitalaria.
 


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